Encontrándose iniciado el onceavo mes
del primer año de gobierno de Andrés Manuel López obrador como titular del
poder Ejecutivo Federal de los Estados Unidos Mexicanos, fijo mi postura al
respecto.
Agradezco los espacios en los cuales
participo, este blog que es dedicado principalmente a temas jurídicos dedicados
a jóvenes estudiantes de la carrera de Derecho, el programa de radio donde
participo con colegas y amigos, y las invitaciones que me han hecho a foros
públicos.
Es sabido por mis amistades y
seguidores en redes sociales que no simpatice con el candidato López Obrador,
con sus propuestas las cuales consideré y considero populistas, sin sustento y económicamente
inviables. He calificado públicamente como “pendejos” a los votantes del actual
presidente, lo escribí en su momento y no me retracto, asumo las consecuencias
y la responsabilidad de mi libertad de expresión, de mi maledicencia en este
mundo de corrección política y cacería de brujas.
Obtuve el título de Licenciado en
Derecho por la Universidad Nacional de México, cursé la especialidad en Derecho
Constitucional en el posgrado de la Facultad de Derecho de la misma Universidad,
con Mención honorifica y con la calificación perfecta, por lo cual me siento
profundamente orgulloso, agradecido y principalmente comprometido a poner en alto
el nombre de mi alma mater, por lo anterior renunció a unirme a las "Hordas
de imbéciles" (como las definió Umberto Eco) que son extremos del
fanatismo, defensivo a costa de la realidad e inquisitivo frugal y soso.
Como usuario del social media twitter,
he apoyado activamente los hashtags de la oposición, y contestado algunos pocos
agravios de su #RedAmlo, sin embargo, hasta hoy, cinco de noviembre de dos mil diecinueve, en que me declaro neutral ante la polarización política entre simpatizantes del Presidente y opositores a éste. División a la que día a día aporta combustible el
Ejecutivo, quien descalifica a los emisores del mensaje, no importa si es el
Diario Reforma, el FMI, TV Azteca, El Banco Mundial, El Secretario de Hacienda
y Crédito Público, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) o
los propios datos del gobierno, la soberbia del Presidente López Obrador es
absoluta e intolerante a los cuestionamientos y la realidad que rompe el
discurso de moral autoritaria y cristianismo cada vez menos velado.
Es preciso manifestar que me deslindo
de las irracionales disputas de redes sociales, en donde endiosan al Ejecutivo
Federal hasta el punto del fanatismo rabioso, y me deslindo de la oposición
inmadura e incapaz de trascender las cortinas de humo. Ambos extremos carecen
de argumentos, sus manifestaciones están movidas por animosidades no razonadas,
por sentimientos viscerales, de revancha y de negatividad destructiva,
pareciera que buscan el exterminio de las voces no afines.
Me comprometo a pensar, a trabajar
por un discurso y análisis elevado, sin servilismos ideológicos o argumentos
pasionales, por el bien de la sociedad. Que no quede duda en mi respeto y
defensa de los Derechos Humanos, de las libertades individuales, de la
propiedad privada, de la Seguridad Social y el trabajo como única fuente
generadora de renta.