Confieso que soy fiel creyente de las señales de la vida, y cuando desde distintos rincones recibimos señales en el mismo sentido, es porque la realidad nos está pisando los talones y tenemos que hacerle frente la problemática, El Doctor Tito Garza Onofre (@garza_onofre) en su ya comentado en este espacio literario “No estudies Derecho” declara que en la Ciudad de México hay más licenciados en Derecho, que perros callejeros. La cantidad de abogado egresados supera por mucho la demanda de profesionistas.
Considerar
que el Derecho es fácil es una baladí, considerar que es aburrido son banal,
pensarlo complicado es menos que mediocre; no existe área del conocimiento humano
que carezca de luces y sombras, de soluciones prácticas y profundos estudios
disruptivos. Pero no, tampoco se trata desde el gremio de enaltecer le ejercicio
de la profesión, ya que en el momento en que escribo estas líneas, el estado de
Derecho y las instituciones se encuentran en entredicho por los grupos de poder
no político o formal, y por propuestas del gobierno en turno de reformar la
estructura del Estado mexicano.
Precisamente
cuando nuestra carrera, y el modus vivendi se encuentra cuestionado y
criticado, es cuando más claro, práctico y brillante debe tenerse el argumento
de defensa. El Derecho no es fácil, tampoco es un sistema de corrupción insuperable,
ni trata de conjuros en latín que solo los iniciados en los aquelarres conocen.
El Doctor Miguel Carbonell (@MiguelCarbonell) en una de sus publicaciones en la red social X (antes Twitter) se refirió a que las decenas de miles de egresados de la carrera de Derecho se enfrentaran a un mercado laboral sobre competido, exhorta a realizar un esfuerzo extraordinario para sobresalir y prepararse con excelencia. Pero, las universidades (al menos cuando curse la licenciatura en la Universidad Nacional de México) ignoran u omiten esta realidad, y son nulas en ofrecer la mínima preparación competitiva para sus egresados, desde un diferenciador de marca, el branding, benchmarking marketing, marketing digital, organización y administración de empresas, imagen personal y profesional, lenguaje y argumentación jurídica.
Dejaré de lado por el momento y casi como utópica la educación o preparación psicoemocional para un trabajo que conlleva un alto nivel de desgaste emocional y psicológico, desde no absorber la problemática del cliente (que en muchas ocasiones siente ser victima de injusticas sin que corresponda con la realidad), manejo de conflictos laborales, y manejo de la frustración, las cuales quedan lejos de los reflectores de la educación universitaria.
El Magistrado de la Sala Constitucional y Curta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca, Moisés Molina (@MoisesMolina) en su blog laxenlafrente.wordpress.com recientemente refirió un tema similar luego de ser invitado por alumnos de la Facultad de Estudios Superiores campus Acatlán (parte de la Universidad Nacional), urgiendo a los estudiantes a desbordar su convivencia con el derecho más allá de las aulas, los textos académicos y las leyes (si es que en un escenario ideal fueran sus lecturas cotidianas), advierte: “Hay cientos de miles de jóvenes en México a quienes en las facultades nadie les dice esto y caminan como autómatas por la vida universitaria, sin preguntarse qué pasará el día siguiente de la fiesta de graduación.”
Alienta
a sus lectores a la apremiante capacitación, y aproximación a la práctica del
Derecho ya sea en algún despacho jurídico y la práctica independiente o bien dentro
de los órganos de administración de justicia -y de ser posible en ambos-
poniendo el foco en la injustificable ignorancia de los estudiantes frente a la
mayor disponibilidad de información en la historia de la humanidad, hasta
ahora, la internet.
Un
golpe bajo y macha en el historia del mundo jurídico es la reciente incorporación
de Lenia Batres Guadarrama como ministra (así con minúscula) de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, generada por la imposición del Ejecutivo Federal
en funciones (Andrés Manuel López Obrador), luego que el Senado de la República
rechazara en dos ocasiones la terna de “juristas” propuesta para sustituir la
vacante que dejó Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
La
jugada a tres bandas del Ejecutivo fue proponer a una de sus incondicionales, ignorando
que ninguna de ellas contaba y cuenta con la preparación profesional y práctica
para desempeñar en el Tribunal constitucional mexicano, cuestionable ha sido su
actuar como ministra en cuanto a las argumentaciones y justificaciones de sus
votos en las sesiones públicas. Es que vamos a decirlo como es, carece de las
credenciales académicas y profesionales para desempeñarse.
Y no
es que las instituciones no sean perfectibles, pero en la historia del siglo
XXI la democracia mexicana ha tenido grandes avances y creación de organismos constitucionales
autónomos -los cuales parecen no gustarle al régimen actual-, instituciones que
se encuentran bajo el asedio del discurso presidencial los ataca para justificar
su desaparición propuesta por el ejecutivo en lo que parece ser su última
tirara de reformas constitucionales en su sexenio.
Frente
a los sinsentidos, jurídicos de los simpatizantes del actual régimen ya sea por
consigna o por ignorancia (lo que constituye una agravante), y la inmediata
llegada de la Inteligencia Artificial que bien podría en menos de 10 minutos
producir una argumentación jurídica con precedentes y derecho comparado; ¿Tenemos
los abogados futuro?
La
respuesta como a todo lo importante en la vida es: ¡Sí, pero requiere mucho esfuerzo
y disciplina¡
La
enseñanza del derecho ha evolucionado poco desde 1553, año en que se impartió de
la primera clase de Leyes en el continente Americano, la forma “tradicional” es
el magister dixit, la memorización de conceptos, la repetición de la
ley, y la asimilación de frases y modelos que no estimulan la creatividad y
critica por parte de los estudiantes.
Los
ingredientes enumerados podrían constituir la receta perfecta para el fracaso
profesional, sin embargo, las nuevas generaciones cuentan con la herramienta más
disruptiva que pueden tener: internet y el acceso a la información infinita. No
existe justificación para el profesionista del Derecho para el desconocimiento,
comparativas internacionales, acceso a documentos académicos y normativos y
falta de actualización.
El Derecho
no es sinónimo de leyes, muchas veces mal redactados e incomprensibles llenos
de complicados conceptos, tampoco lo es de un proceso jurisdiccional largo,
corrupto y desesperanzador; el Derecho puede ser definida (por el que escribe)
como la convención formal y social, coercitiva y punible que garantiza la convivencia
social.
El elemento
humano, las particularidades y complejidades de la naturaleza humana, la
certeza y protección de los derechos, la progresividad en la garantía de los
derechos, el reconocimiento de los derechos de los grupos vulnerables, la
equidad son solo algunos avances de la interpretación y ampliación de la normativa.
El
Derecho está cambiando por que la sociedad lo ha hecho, los practicantes y
estudiosos podemos actualizarnos o retirarnos para dar paso a generaciones con ambición
profesional.